¿Es caro jugar al pádel?
Recuerdo que, en
mi inicio en esto del pádel, un señor que había terminado de jugar un partido
les decía a varios interesados:
-¿El
pádel caro?, qué tontería, te compras una pala de 20€ en el Decatlón y ¡a
jugar!
Pues es precisamente lo que hice, me acerqué al cajero más próximo
y saqué los 20€, como bien me dijo este experimentado señor del pádel. Al
llegar a la tienda deportiva Decatlón, me dirigí a una señorita encargada y le
pregunté por las palas de ese reducido precio. Ella, amablemente, me acompañó
hasta la calle donde se encontraban las palas y, cuál fue mi sorpresa, dos
montañas de palas se apilaban en dos colores rojo y azul. Yo, sin dudar, me
decanté por el azul.
Al día siguiente estaba deseando estrenar
mi “súper pala de 20€”, la sensación del partido fue espectacular… ¡qué
control!, ¡qué potencia!, ¡qué todo!
Pues nada más terminar el partido, viene otro señor algo más experimentado en
esto de pádel que el anterior y me dice:
-Oye, chaval, con esa pala no vas a ningún sitio, debes comprarte una
pala de mayor calidad, si no los golpes serán difíciles de dominar.
-Cuánto me debo gastar, señor, le pregunté.
-Bueno, pues… con una pala de 80€ te irá bien, no hace falta que te
gastes más dinero.
Al día siguiente,
mientras jugaba un partido con mi súper pala de 20€, todo eran errores tras
errores, ¡no funcionaba la pala!, parecía que se había desajustado el punto de
mira, pronto vino a mi recuerdo el comentario del segundo señor y la cabeza no
paraba de recordar lo que me había dicho.
Después de varias semanas
jugando con mi pala de 20€ y recordando el último comentario, no pude aguantar
más y decidí comprar una buena pala, una de 80€. Me dirigí a otro centro
comercial y esta vez sí me entretuve más en leer las características y los
detalles de todas las palas: había palas de todos los precios, desde 20€ hasta
300€, pero la mía era una Dunlop de 80€ a la que le tenía echado el ojo desde
un principio.
Llevaba ya un mes y medio
jugando con mi nueva pala cuando, de repente, mientras jugaba un partido, observé
que tenía una raja en una de sus caras, una enorme grieta que abarcaba cinco
orificios. Me empezó a salir un sudor
frío y un “tembleque” que no era normal... Cuando golpeaba, la precisión no era
la misma, y cuando fallaba miraba la pala para ver con qué lado había golpeado.
Para colmo, le comento el caso a otro señor mucho más entendido que los demás y
me comenta que mi pala se ha roto por no ser de calidad, que debo comprarme la
mejor pala que hay en el mercado porque así me durará más.
En ese instante las
neuronas ahorradoras de mi cerebro empiezan a trabajar para lograr el plan…
conseguir la mejor pala del mercado.
Transcurridas varias
semanas, la misión estaba cumplida y me dirigí a una tienda especializada de
pádel de Sevilla para comprar la mejor pala, como bien me había recomendado el
tercer señor. Era magnifica, parecía irrompible, indestructible...
El
toque que tiene una pala de 300€ es impresionante… Pensaba que nunca iba a romperse,
que me duraría toda la vida. Al llegar a mi casa después de jugar un partido, la sacaba de la bolsa y la limpiaba, creo que
incluso hablaba con ella, comentábamos lo bien que habíamos jugado y cuáles
eran los errores más comunes durante el encuentro, éramos tal para cual, mi
media naranja.
Pero, después de varios
meses de relación, en un aciago partido, una bola difícil hizo que mi compañero
y yo dudáramos en quién la tocaría, con la mala suerte de que los dos golpeamos
nuestras palas en un choque brutal. Al escuchar el golpe, el cuerpo se me
paralizó, no quería mirar mi pala, comprobé una cara, estaba intacta, pero al
observar la otra descubrí una raja que cruzaba de un extremo a otro. Creo que
dos lágrimas cayeron por mis mejillas, no me lo podía creer, mis 300€ se habían
desvanecido, y, para colmo, la pala de mi compañero, que en ese instante era mi
peor enemigo, no tenía un rasguño.
Días más tarde la
preocupación se desvaneció y la ilusión volvió a restablecerse en mí: con una
pala partida no podía jugar, necesitaba una nueva pala ¡ya! No podía estar sin
jugar al pádel.
Los fondos económicos
familiares no estaban muy en auge pero mi situación deportiva también era grave,
tenía que solucionar el problema, esta vez extraje de mi cuenta corriente la
cantidad de 200€, no podía permitirme el mismo desembolso que la vez anterior y
quise ser más razonable, “para qué gastar tanto dinero si en cualquier momento
se puede romper”.
Resumiendo, en un año
cuatro palas de los siguientes importes: 20€, 80€, 300€ y 200€, todo esto hace
un total de 600€.
Con las bolas ocurre algo
similar. Cuando eres principiante, duran una barbaridad, se pueden llegar a
jugar unos veinte partidos con ellas, pero en el momento en que empiezas a
coger tacto con la pala, la exigencia se vuelve mayor, y con prácticamente tres
partidos las condiciones varían. Lo que se traduce de la siguiente forma: con 4
o 5 botes de bolas los principiantes son capaces de jugar todo el año, sin
embargo, los más experimentados pueden necesitar unos 15 botes al año. Claro
está que siempre hay jugadores despistados que nunca se acuerdan de comprar
bolas, se trata de un tipo de jugadores que puede llegar a jugar casi un año
sin comprar un solo bote, ¡jejeje!...
pero no preocuparos que son minoría.
Los torneos suponen
también un desembolso económico. La mayoría de nosotros, cuando comenzó a
practicar este deporte, afirmaba que no quería jugar torneos, pero nada, en el
momento en que se publica un cartel todos empezamos a preguntar: ¿tú vas a jugar?,
¿con quién te apuntas?, ¿cuándo se cierra el plazo?...
Las inscripciones de los
torneo rondan los 10€, la media de torneos en la cual lo jugadores participan
puede estar en tres torneos al año.
El tema de las
equipaciones es también digno de analizar. Hay jugadores a quienes no les
gustan llevar ropa de marca o conjuntos a juegos: dichos jugadores prefieren
las típicas camisetas de algodón estampadas con publicidad, tipo “joyería el
anillo”, “pescadería la trucha”, “carnicería la borrega”, etc. En estos casos los costes no son
considerables. Por otra parte, encontramos a un tipo de jugador que mira más
por su imagen: este sí puede llegar a gastar un dinero considerable al cabo del
año, y algunos pueden llegar a parecer copias exactas de Miguel Lamperti.
En Pilas tenemos la
suerte de que las instalaciones municipales son gratuitas, “de momento”, pero cuando jugamos en instalaciones
privadas, los precios pueden rondar entre diez y doce euros la hora y media, y
en algunos casos entran en juego las típicas apuestas de “el que pierde el
partido paga la reserva”. Si te sale un buen partido ese día, la pista te sale
gratis, pero si lo pierdes el coste esperado se multiplica por dos. En este
apartado es donde el coste anual se dispara de manera considerable, actualmente
existen muchos jugadores que juegan todos los días, pero creemos que la media
de partidos de los jugadores que practican este deporte de forma habitual puede
estar en tres veces por semana. Y aquí también podríamos incluir el agua, los
refrescos, la bebida isotónica, los overgrips, y las protecciones como un gasto
que debemos mencionar.
Y no podemos obviar un aspecto
que, aunque extradeportivo, cobra gran importancia: son los encuentros y
quedadas en bares y restaurantes. En nuestro pueblo hemos conseguido crear una
gran familia en el mundo del pádel, estructurada
en torno a un club emergente que tiene su logotipo –Q+Pádel o Quiero más Pádel,
en la cual todos somos amigos y disfrutamos hablando y comentando los partidos
y las anécdotas recientes. De hecho, cuando varios miembros de aficionados
coinciden en un local, la estancia en él se incrementa, lo que conlleva un
mayor desembolso financiero, sin mencionar las alteraciones síquicas que en
algunos produce no precisamente la ingesta de bebidas isotónicas. Los
comentarios de pádel dejan entonces hueco para los chistes e historietas en las
que los personajes van tomando aspectos reales, las mímicas también toman su
protagonismo y las risas se desenfrenan en un ambiente de diversión.
En fin, el pádel puede
llegar a ser caro pero nos recompensa dándonos otras ventajas, como el
bienestar físico, la diversión, el entretenimiento y los amigos. Si
dividiéramos todo el gasto que hemos tenido en un año entre todos los amigos
que hemos conocido y todas las vivencias adquiridas, el resultado sería sin
duda muy rentable.
Hasta otra, amigos padeleros.
Estas humildes líneas van
dedicadas a mi buen amigo Miguel Fernández, que me alentó para escribirlas y así
publicarlas en su web, desde aquí mandar un gran abrazo a todos nuestros
compañeros de PádelCondado.
Por Antonio Collado
Presidente Q+Pádel